domingo

Fue en estos días hace un par de años que tuve que regalar a mi gato porque mi hermano es alérgico. Los peores días de mi vida. Navidad y año nuevo solo me recuerdan lo triste que estuve.

Ya estaba lista para seguir adelante. Pero la vida es horrenda, lo peor que le pasó al planeta. Lo aseguro. Graben mis palabras en la penca de un maguey. Ese es mi epitafio.

Hace una semana me regalaron un perrito. Salchicha. En el momento en que lo vi supe que no lo quería. Que tal vez jamás lo haría y esa noche lloré todo lo que ya había llorado en el año y unos mililitros más. ¿Por qué soy un ser tan horrible?

Hace una semana y menos un día le regalaron a mi hermano una perrita. Schnauzer. Tranquilita, tímida, inocente.

Corte a: murió cinco días después. Tenía parvovirus. No manly tears were shed. ¿Ya estoy muerta por dentro?

Corte a: dos días después mi perrito deja de comer. Deja de tomar agua. Deja de ser el maldito llorón travieso que no me deja dormir para ser el perrito triste, vomitón y desganado que no me deja dormir.

Aquí está todavía. Y no duermo porque me levanto cada dos minutos a asegurarme que aún respire.

Estoy segura que todo esto pasó por mi culpa. No lo dudo. Ni un poco.

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